La Cañada es históricamente el lugar donde nació la primera semilla Queretana; ahí brotaría el nombre de la ciudad y de todo el estado.
Querétaro significa “juego de pelota”. En Lengua otomí: "Nda-Maxei" significa “El mayor juego de pelota” y en lengua purépecha: “Lugar de peñas”.
La palabra Querétaro tiene su origen en la época prehispánica, sin embargo, algunos de los pueblos que llegaron al territorio Queratano, le dieron distintos nombres, tomando en cuenta su geografía. Los tarascos vinieron de Michoacán y le llamaron Crettaro o Queréndaro, que significa "Lugar de peñas", refiriéndose a La Cañada, donde abundaba la cantera rosa. Los aztecas o mexicas lo llamaron Tlaxco, con el mismo significado. Los chichimecas lo denominaron Xico, que también quiere decir "Gran juego de pelota", debido a que la forma de La Cañada se parece a un gran juego de pelota de la época prehispánica.
Juego de pelota
Los antiguos pueblos indígenas descubrieron el árbol del hule buscando alimentos, raíces y frutos, en los bosques y selvas que circundaban los lugares en que se habían establecido. El hule se encuentra en un gran número de especies vegetales, pero las que lo producen en mayor cantidad son algunos árboles que se desarrollan principalmente en climas tropicales. También lo produce el guayule, que se desarrolla en un clima desértico. Realmente, la sustancia que producen estos vegetales es látex, ese liquido que contiene las micropartículas de hule. Se puede considerar al árbol del hule como una verdadera fábrica de látex; sin embargo, para que un árbol lo produzca en cantidades razonables, es necesario dejarlo crecer por un periodo de 5 a 6 años, contados a partir de que germine la semilla. Cada árbol llega a alcanzar su vida productiva de los 25 a los 30 años.
Al descubrir aquellos indígenas esa maravillosa fuente que brotaba del hule, tomarían en sus manos éste líquido blanquecino para después untárselo en su cuerpo. Una vez seco, desprendían la materia resultante y con las manos hacían una pequeña “bolita”, a la que iban agregando más capas de hule para hacerla más grande. Al arrojarla, notarían que tenía la propiedad de botar, y de esta manera nació la pelota y posteriormente, el juego ritual que tantas connotaciones tendría en el mundo Prehispánico.
El rito del juego de pelota es de tal significado que marca el destino de los pueblos que lo practicaron -desde Centroamérica hasta el Sur del territorio estadounidense- y reviste de especial trascendencia a La Cañada y a Querétaro, puesto que ninguna otra ciudad fue nombrada en honor a este juego sagrado.
El Ritual
El juego de pelota prehispánico era el juego entre el día y la noche, entre la luz y la oscuridad, entre el calor y el frío, entre la vida y la muerte. Los dioses se reunirían en el “teoclán”, la cancha divina, para poner al universo en movimiento.
Se apartaría el cielo de la tierra, se iniciaría la vida, y el comienzo del juego. En esta maravillosa filosofía, así dio principio el tiempo, todo en un ciclo, la vida y la muerte, el día y la noche. El juego de pelota es también un cielo que refleja el movimiento del cosmos.
En el pensamiento antiguo, la pelota de hule, ulli, significaba: esférico, universo redondo. Nuestra cultura brotaría del juego como fuego y en él se desarrollaría. Juego y rito se nutrirían en la repetición, y del juego nacería la cultura.
A pesar de que se sabe tan poco de la cultura Olmeca, es indiscutible que con en ella nacería la cultura en Mesoamérica. Esta sigue envuelta en el misterio, pero hay testimonios de que existieron jugadores de pelota y sacrificios rituales por decapitación. Los hallazgos arqueológicos relacionados con el juego permiten situar su origen alrededor de 1200 años antes de nuestra Era.
Antes del juego de pelota se usaba el Temazcalli, baño ritual que purificaba a los jugadores antes de la ceremonia. Los dos equipos de siete jugadores se dirigirían en procesión al centro de la cancha donde el jugador arrodillado era decapitado, y de su cuello saldrían siete serpientes, símbolos de sangre y de fertilidad de la tierra. En el campo de juego, la muerte hablaría. Cerca de la cancha estaba el Tzompantli, aquella plataforma decorada con cráneos en relieve de los jugadores decapitados.
Formado por una calle sin cabezales, con muros en seis paneles, cuatro en las cabeceras y dos en el centro, dividiendo el campo en dos partes, el campo de juego se llamaba “táctil” y debía ser completamente plano y dividido por una raya a la mitad, donde decidirían los puntos buenos y malos.
El jugador siempre trataría de pasar la raya, o sería un punto malo. La regla más importante del juego era que el jugador debía jugar solamente con la cadera, no era permitido que la pelota le tocara ninguna otra parte del cuerpo, de lo contrario, perdería un punto. Al recibir la pelota, si era tocada con la boca del estómago, caerían al suelo y en algunas ocasiones morirían en el mismo instante.
EL Cacique Conín
Querétaro fue habitado en sus orígenes por indígenas Otomíes y Tarascos, convirtiéndose en los dominios del señor de los Purépechas (1446)
Tradicionalmente, el 25 de julio de 1531, es la fecha conocida de la fundación de Querétaro, con la llegada de Hernán Pérez Bocanegra y Córdoba, que aliado con el indio Otomí, Conín, Cacique de Jilotepec, fundarían el pueblo de Querétaro, en un acuerdo que libraría de una batalla sin armas sustituyéndola por la cruz al lado del apóstol Santiago, sobre la loma llamada Sangremal. Por este hecho se nombró a la ciudad "Santiago de Querétaro", labrando la cruz de piedra que se conserva en el altar de la iglesia del Convento de la Cruz.
Conín, llamado por los españoles Fernando de Tapia, sería Cacique y fundador de La Cañada.
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